I
Era aquel típico domingo por la tarde, del cual solo se esperaba disfrutar cada minuto antes de su ocaso para iniciar otra cansada semana. El clima estaba siendo digerido por una pequeña tormenta, cosa que era común en aquel lugar. Nada me cambiaría de ánimo, porque todo seguiría igual que siempre.Esa tarde a comparación de las demás, decidí salir a dar una caminata por las calles solitarias de la ciudad. Toda la gente se quedaba dentro de sus casas, aguardando y escondiéndose como animales asustados de la tormenta. Preparaban sus cosas para el día siguiente, como quien supondría.
Me gustaba respirar aire puro, la soledad se había convertido en mi aliada desde aquel entonces, porque me sentía mejor sola, que mal acompañada. Siempre existieron personas que caminaban a mi lado, pero nunca supe que era realmente lo que esperan de mi.
Pasar por casas medias dormidas, generaba cierta tristeza que invadía mi corazón. Era un sentir profundo, pero poco importante. Desde que aquel amigo, con el que siempre había andado, había dejado este mundo todo había cambiado. Mis tardes se habían vuelto solitarias, no me sentía bien como para ir en busca de alguien igual a él. Él sabía todo sobre mí, y yo todo acerca de él. Con él había aprendido muchas cosas, que la amistad existía, que tenía a alguien en quien confiar, con quien hablar y con quien contar. Lamentablemente, poco a poco todo terminaría. Primero, él había sido trasladado de colegio, ya que sus padres no requerían una buena educación para él, pues eso era lo que menos les importaba.
Por buena suerte, aún vivíamos en el mismo barrio, eso hacía que no me preocupara tanto. Todo iba bien, salíamos a pasear algunas veces, dábamos vueltas y recordábamos cosas. Pero llegó el día en que nunca más lo volvería a ver. Era una tarde de otoño en la que las hojas mueren y el viento se las lleva en su infinidad. Esa tarde mamá había salido a comprar algunas cosas y me había prohibido salir por el mal clima. Eran aproximadamente las 6 y alguien tocó la puerta. Salí disparada y lo vi, estaba parado frente a mi con una sonrisa fría...
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