¿Volver a lo de antes? Esas palabras no se me habían pasado por la mente hacía más de seis meses. Seis meses en las que había olvidado esta situación y los había vivido tranquilamente. Había conocido a muchas personas y mi cabeza no tenía espacio para pensar en ello. Mi mente se había dado paso al exterior y ya no al mundo que solo compartía con él.
La situación era inmutable, sentía que había llegado el mejor momento del año, todo me iba bien, absolutamente todo, pero nunca me había puesto a pensar que la realidad se truncaría en cuanto mis ojos lo volvieron a ver.
Él era único, esa simpatía matutina era increíble no había alguien a quien no le dejara con una sonrisa de mejilla a mejilla. Caminaba diariamente en dirección a su pabellón, todos admiraban su pasar, no encontraban defecto alguno en él... Desafortunadamente había caído en su juego, me perdía cuando él pasaba, aunque no pensaba mal, era como quien dice me simpatizaba pero ahí no más.
Aún así, él no era igual a los demás, no era igual a los chicos que salían diariamente a dar una vuelta a la manzana; era reservado y mantenía su vida equilibrada (desequilibrada pensaba yo). Lo que nadie sabía, era que detrás de todo eso, se escondía el chico más frío que pudiera haber conocido. Él tenía un secreto bien guardado, protegido por las cuatro llaves de los sentidos: norte, sur, este y oeste...
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